martes, 22 de abril de 2008

Capítulo 4: ¿Hay una puerta?

En cuanto me desperté fui corriendo a decírselo a mi madre, pero nada más bajar las escaleras comprendí que mis padres ya se habían ido. La verdad es que me daba un poco de repelús estar en esa casa sola, sobre todo cuando ya había recordado qué era lo que me parecía familiar en ella.

Me dirigí hacia la cocina para comer un poco, no quería empezar a pensar ni en el sueño ni en lo que me había pasado antes de dormirme, ¿serían esas iniciales alguna señal? La verdad, no lo sabía.

En cuanto terminé de comer empecé a escuchar algunos gritos que provenían del exterior de la casa y cuando miré, sí, eran mis dos locas amigas que venían cargadas de papeles, libros y no sé qué más instrumentos raros. Las dos venían armando un enorme alboroto así que con una sonrisa me dispuse a abrirles.

Las dos entraron en la casa como alma que lleva el diablo y preguntándome a la vez que dónde estaba mi habitación, lo cual respondí en cuanto pude salir de mi estupor. Las tres subimos hasta allí, soltando ellas todos los trastos encima de la cama.

-¿Se puede saber qué hacéis con tanta bulla y tanto papeleo?

-¿No querías papeles? Pues nos hemos pasado por el ayuntamiento, aprovechando que el papi de Dafne trabaja allí, y por varios sitios más para recoger kilito y medio de planos sobre esta casa y así hacer una sopita casera -respondió Celeste con mucha ironía de su parte.

-En cuanto a las prisas es porque te tenemos que contar muchas cosas -siguió también Dafne, dándole cierto tono de misterio al asunto.

-Bueno hermanas, vamos a ver qué es lo que me contáis y de paso... vamos a saborear un poco de esta sopita de planos.

Las tres nos pusimos a mirar todos los papeles. Cada plano lo mirábamos al detalle, Celeste los había ordenado según la antigüedad de ellos. Mientras Dafne hojeaba un libro y Celeste observaba con detenimiento algún que otro manuscrito.

-Bueno, yo creo que esto lo estamos haciendo en vano -comenté.

-¿Por qué en vano?

-Porque si algunos dicen que se los llevaron al manicomio... ¿por qué no han de estar allí?

-Es cierto, bueno mejor dicho, sería cierto si esas personas las hubieran visto de llevárselos, ¿no crees? -respondió Dafne.

-¿Es que nadie vio cómo se los llevaban?

-No, según lo que me han dicho los del pueblo, eso es sólo una suposición. Lo cierto es que un día desaparecieron y ya está.

-Sí, en lugar de ellos sólo se encontró este libro -observó Celeste.

Cogí el libro y empecé a hojearlo. Sus dibujos, sus extrañas frases, hasta que algo me llamó la atención. al abrir el libro por una des sus páginas, encontré la ilustración de lo que parecía ser el fondo de algo, algo de madera. En ese fondo se veían unas señales, pero no se alcanzaba a ver bien. Celeste me comentó que debería ser el fondo de alguna caja y que esas señas, según lo que decía el libro, eran las iniciales del elegido para entrar en la ciudad.

-¡Un momento! Yo vi antes mis iniciales grabadas en el fondo del armario. Llamé a mi madre pero cuando ella llegó ya no estaban.

-¿Estás segura de que los viste?

-Bueno, mi madre me decía que era una alucinación causada por el cansancio, pero yo creo que fue verdad que lo vi. Además llevo meses soñando con esta casa.

Todo esto nos estaba dando ya un poco de miedo, ¿sería yo la elegida? Prefería no pensar en eso así que seguí mirando los planos.

Entre los papeles también se veía algo muy raro. A partir de la desaparición de esos sujetos, una de las habitaciones había desaparecido, así mismo, en loss anteriores planos, aparecía como algo confuso.

Mirando y remirando hojas, libros y demás cosas, decidimos continuar nuestra búsqueda al día siguiente. Así que de esta manera, nos fuimos todas a dormir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

wow, ya estoy intrigada a ver que pasa con las iniciales, con la habitación desaparecida, con los dibujos...
que ganas de leer el próximo capítulo!
:)