lunes, 2 de junio de 2008

Capítulo 5: Extraños sucesos.

Nos quedamos dormidas al poco tiempo de acostarnos. Yo me desperté al rato, debido a una luz que me daba en los ojos y que me impedía reconciliar el sueño.

-Dafne, Celeste, quien sea, cerrad la luz, por favor.

Nadie contestó, así que tomé la determinación, tras hacer otros intentos, de levantarme y apagar la luz. Cuando abrí los ojos me quedé totalmente sorprendida, ¡la luz provenía del interior del armario! Sin vacilar un momento llamé a mis dos amigas, pero ellas no estaban dispuestas a despertarse así como así. les comenté un tanto sobresaltada lo de la luz a lo que ellas me respondieron que sería que me habían puesto un frigorífico en la habitación y tonterías iguales a esa.

Entendí que me iba a resusltar un poco difícil despertarlas y cogí uno de los vasos de agua que teníamos en la mesita de noche y se los arrojé. Ellas con mala idea, empezaron a gritarme a lo que yo respondí que la que quisiera que me siguiese y me dispuse a abrir el armario.

-¡Amanda, estas loca! -gritó Celeste- ¡Puede pasarnos algo! ¡Esto no estaba planeado!

Yo dudaba en mi interior sober qué hacer, pero creía haber tomado ya una decisión, quería entrar.

-No sé qué haréis vosotras, pero yo me voy a arriesgar. Voy a entrar, además, sea lo que sea, me espera hace mucho tiempo.

Acto seguido de decir esto, abrí la puerta y me coloqué delante de ella. De pronto sentí como algo me llevaba hacia dentro, algo me impulsaba al interior así que me dejé llevar por lo que fuera.

Cuando abrí los ojos me encontré en una especie de biblioteca, parecía muy antigua. Me incorporé y empecé a inspeccionarla. De pronto se empezaron a escuchar ruídos fuera y me escondí debajo de una mesa que había allí.

En la biblioteca entraron dos chicos, los dos eran altos, morenos y de constitución fuerte. Estaban hablando de un tercero y por lo que decían, este tercero sufría de insomnio a causa de unas pesadillas. También hablaban sobre unas chicas que estaban a punto de llegar.

Todo esto me parecía muy extraño. Uno de ellos cogió un libro de una de las estanterías y empezó a hojearlo. Yo me fijé en ese momento en el medallón que tenía el que había cogido el libro y que según había podido escuchar se llamaba Runem. El medallón era similar a uno que tenía yo, y en él estaba dibujado un dragón alado que flotaba entre las nubes.

Runem se colocó jusnto delante de mí y apoyó el libro en la mesa donde yo estaba. El otro, que parecía llamarse Yaak, no paraba de dar vueltas por la habitación.

-Yaak, cálmate, me estás poniendo nervioso a mí también.

-Pero, si los sueños de Ulru son ciertos, puede pasar algo horrible. Ella puede estar en peligro.

-Bueno, si existe ella, naturalmente. Creo que le hemos prestado demasiada atención a los sueños de Ulru. No podemos aferrarnos a ellos. No nos puede salvar un simple sueño. Además, últimamente no los tiene.

¿Quién sería "ella"? Esa era una de las pregunas que me hacía. Ya estaba harta de estar debajo de la mesa, estaba incomodísima y no sabía dónde había ido a parar. Empecé a mirar el medallón y me di cuenta que por detrás ponía A.V.R. y debajo de esto también estaba la inscripción "Xanadú". ¿Qué quería decir ésto? Otra pregunta más para el bote. Mientras miraba el medallón me di cuenta que ya no llevaba el pijama, sino que estaba vestida y con una ropa muy cómoda.

A la biblioteca entró otro chico, éste era rubio y de constitución más delgada que los otros dos. Estaba sonriente y empezó a hablar con los chicos:

-¡Me he encontrado con dos chicas en el sótano!

-¿Dos chicas? –dijo incrédulo Yaak- ¿De dónde habrán salido? No será una de tus bromas, Ulru.

-No, no es ninguna broma, pero ¿a que no sabéis por quién han preguntado?

-Suéltalo ya.

-Han preguntado por Amanda.

‘Esas tenían que ser Dafne y Celeste’, fue lo único que se me pasó por la mente, no tenía ni la menor duda.

-¿Y quién es Amanda? Mira no me vuelvas más loco de lo que estoy –dijo Runem.

-Bueno, si no os suena ese nombre os diré las iniciales del personaje en cuestión. Las iniciales son A.V.R.

-¡A.V.R! Esa es Xanadú. Dile a esas dos chicas que pasen a la biblioteca.

Runem parecía muy impaciente, al igual que yo, que quería saber si esas eran mis dos amigas.

En la habitación entraron Dafne y Celeste, las dos parecían muy nerviosas, pobres, el trago que estarían pasando. Los tres chicos empezaron a interrogarlas, que si dónde está ella, que si ella estaba bien. Ellas respondían a duras penas, porque no sabían dónde me encontraba yo.

-Vamos, decidme ya dónde está. Nosotros no le vamos a hacer daño, solo queremos que nos ayude –seguía interrogando Runem.

-Pero si ella entró antes que nosotras, no sabemos lo que ha pasado –respondió Celeste.

Runem se dirigió a la mesa donde yo me encontraba, para recoger el libro, pero éste se le cayó y al recogerlo no pude evitar que me viera.

-¿Quién eres tú?

-Yo soy…

No sabía lo que contestar. Me puse en pie mientras que Runem me cogía fuertemente del brazo. Mis amigas se quedaron mudas mirándome y los otros dos chicos me miraban con cara desafiante. Runem me preguntó de nuevo que quién era yo.

-Bueno, mis iniciales son A.V.R. Creo que así me conoceréis mejor.

-¿Cómo sabemos que no nos estás mintiendo?

-Bueno, Dafne y Celeste lo pueden atestiguar, además tengo este medallón. Es igual al tuyo.

Runem se quedó pensativo mirando al medallón, creía que me iba a hacer algo, pero lo más que hizo fue preguntarme que si estaba bien y pedirme que me sentara.

Empecé a preguntarle cosas a Runem. Después de todo lo que había oído me parecía que necesitaba algunas respuestas.

-¿Qué es lo que pinto yo aquí?

-Bien, nosotros somos hijos de aquellas personas que desaparecieron en vuestro mundo. La gente de aquí es muy rara y no nos acepta, así que tenemos que volver a tu mundo si no queremos morir.

-Y me necesitáis a mi para ello, ¿no?

-Eso es, tú eres nuestra única salida. ¿Deseas preguntarme algo más?

-Sí, ¿qué significa esto de Xanadú?

-Amanda es un nombre muy raro aquí. Se darían cuenta enseguida de que no eres de este lugar, así que te pusimos el nombre de Xanadú.

Después de hablar sobre todo esto, Yaak y Ulru nos llamaron para cenar. En la cena todo fue con normalidad y después de ésta nos enseñaron nuestras habitaciones para dormir.

martes, 22 de abril de 2008

Capítulo 4: ¿Hay una puerta?

En cuanto me desperté fui corriendo a decírselo a mi madre, pero nada más bajar las escaleras comprendí que mis padres ya se habían ido. La verdad es que me daba un poco de repelús estar en esa casa sola, sobre todo cuando ya había recordado qué era lo que me parecía familiar en ella.

Me dirigí hacia la cocina para comer un poco, no quería empezar a pensar ni en el sueño ni en lo que me había pasado antes de dormirme, ¿serían esas iniciales alguna señal? La verdad, no lo sabía.

En cuanto terminé de comer empecé a escuchar algunos gritos que provenían del exterior de la casa y cuando miré, sí, eran mis dos locas amigas que venían cargadas de papeles, libros y no sé qué más instrumentos raros. Las dos venían armando un enorme alboroto así que con una sonrisa me dispuse a abrirles.

Las dos entraron en la casa como alma que lleva el diablo y preguntándome a la vez que dónde estaba mi habitación, lo cual respondí en cuanto pude salir de mi estupor. Las tres subimos hasta allí, soltando ellas todos los trastos encima de la cama.

-¿Se puede saber qué hacéis con tanta bulla y tanto papeleo?

-¿No querías papeles? Pues nos hemos pasado por el ayuntamiento, aprovechando que el papi de Dafne trabaja allí, y por varios sitios más para recoger kilito y medio de planos sobre esta casa y así hacer una sopita casera -respondió Celeste con mucha ironía de su parte.

-En cuanto a las prisas es porque te tenemos que contar muchas cosas -siguió también Dafne, dándole cierto tono de misterio al asunto.

-Bueno hermanas, vamos a ver qué es lo que me contáis y de paso... vamos a saborear un poco de esta sopita de planos.

Las tres nos pusimos a mirar todos los papeles. Cada plano lo mirábamos al detalle, Celeste los había ordenado según la antigüedad de ellos. Mientras Dafne hojeaba un libro y Celeste observaba con detenimiento algún que otro manuscrito.

-Bueno, yo creo que esto lo estamos haciendo en vano -comenté.

-¿Por qué en vano?

-Porque si algunos dicen que se los llevaron al manicomio... ¿por qué no han de estar allí?

-Es cierto, bueno mejor dicho, sería cierto si esas personas las hubieran visto de llevárselos, ¿no crees? -respondió Dafne.

-¿Es que nadie vio cómo se los llevaban?

-No, según lo que me han dicho los del pueblo, eso es sólo una suposición. Lo cierto es que un día desaparecieron y ya está.

-Sí, en lugar de ellos sólo se encontró este libro -observó Celeste.

Cogí el libro y empecé a hojearlo. Sus dibujos, sus extrañas frases, hasta que algo me llamó la atención. al abrir el libro por una des sus páginas, encontré la ilustración de lo que parecía ser el fondo de algo, algo de madera. En ese fondo se veían unas señales, pero no se alcanzaba a ver bien. Celeste me comentó que debería ser el fondo de alguna caja y que esas señas, según lo que decía el libro, eran las iniciales del elegido para entrar en la ciudad.

-¡Un momento! Yo vi antes mis iniciales grabadas en el fondo del armario. Llamé a mi madre pero cuando ella llegó ya no estaban.

-¿Estás segura de que los viste?

-Bueno, mi madre me decía que era una alucinación causada por el cansancio, pero yo creo que fue verdad que lo vi. Además llevo meses soñando con esta casa.

Todo esto nos estaba dando ya un poco de miedo, ¿sería yo la elegida? Prefería no pensar en eso así que seguí mirando los planos.

Entre los papeles también se veía algo muy raro. A partir de la desaparición de esos sujetos, una de las habitaciones había desaparecido, así mismo, en loss anteriores planos, aparecía como algo confuso.

Mirando y remirando hojas, libros y demás cosas, decidimos continuar nuestra búsqueda al día siguiente. Así que de esta manera, nos fuimos todas a dormir.

lunes, 21 de abril de 2008

Capítulo 3: La casa

La casa era grandiosa. Todo en ella estaba cuidadísimo, hasta el más mínimo detalle. Estaba decorada a la antigua y con unos muebles exquisitos.

Detrás de la puerta de entrada se descubría un enorme hall, todo ello adornado con diversas plantas. A la derecha de la puerta estaba en el salón. Estaba adornado con muebles clásicos y una de sus paredes estaba forrada completamente de espejos, también tenía un amplio ventanal que daba a los jardines.

Frente a la puerta había un tramo de escaleras que conducían al piso superior, así que me fui directamente hacia ellas mientras pensaba en el gustazo que se iban a dar mis amigas mirándose en el espejo del salón. Cuando llegué arriba me encontré con mis maletas en la puerta de una de las habitaciones, por lo que supuse que aquella era la mía, así que entré las maletas y me dispuse a desempaquetar mis cosas.

Mi habitación estaba muy bien, era espaciosa y tenía un gran armario empotrado, además, toda la pared que sobraba de ese armario estaba forrada de espejos, como la del salón. 'Guau?, me dije yo, aquello era el sueño de cualquier fémina un poquito coquetuela, y éste era mi caso. La cama era de matrimonio y con cabecera dorada. A su lado había una coqueta con varios perfumes y cepillos, vamos, una gozada de habitación.

Empecé a poner las cosas en el armario, para que después de comer tuviera tiempo de dormir un rato, pero algo llamó mi atención. En el fondo del ropero habían unas iniciales grabadas, esas iniciales eran A. V. R. ¡A. V. R.! Esas eran mis iniciales. Corriendo llamé a mi madre desde el pasillo de la escalera, por lo que ella, alarmada, subió corriendo.

-Amanda, ¿qué te sucede?

-Mira en el fondo del armario y di lo que hay grabado en él, por favor.

Mi madre se dirigió hacia él y empezó a inspeccionarlo una y otra vez.

-Mira hija, no sé lo que habrás visto, pero aquí no hay nada grabado.

-¿Que no hay nada grabado? Mamá, ¿estás ciega? Míralo, aquí está...

Me quedé pasmada mirando el fondo del ropero. Allí no había nada grabado, pero yo lo había visto con mis propios ojos, estaba segura.

-Venga, acuéstate. Estás cansada por el viaje, luego comerás.

-Pero mamá. Estaba ahí, te juro que estaba ahí.

-Sí, pero ahora duerme. Te dejaré la comida en el frigorífico para que después comas tranquila y descansada. Yo pondré la ropa en su sitio mientras estés durmiendo, pero ahora tranquilízate.

Mi madre me acostó, me arropó y se fue diciendo que tenía una gran imaginación. Antes de que se fuera le pregunté si había allí algún desván para dejar las cosas que no pudieran estar en la habitación. Ella me contestó que no había ninguno, que el que había anteriormente había desaparecido. Tras decirme esto no recuerdo muy bien lo que pasó, me quedé dormida casi en el acto.

Cuando dormía soñé con una casa. Ese sueño no era extraño, ya lo había tenido antes. Ésta era igual a la del pueblo. Me adentré en ella, iba angustiada y subí corriendo las escaleras hasta que me situé en la puerta de mi habitación. La puerta se abrió sola, la habitación estaba a oscuras, sólo se veía una extraña luz que provenía de dentro del armario. Lo abrí y algo me arrastró hacia su interior.

Tras esto me desperté sobresaltada, eso era lo que había estado soñando hace meses, por eso me parecía tan familiar la casa, por eso creía que había estado allí antes.

Capítulo 2: Mis amigas

Después de contarnos, "accidentada y atropelladamente", la cantidad de cosas que nos habían pasado durante nuestro tiempo de separación, me paré un momento para mirarlas detalladamente mientras paseábamos por los alrededores de la casa. Todo me parecía normal en ellas, Dafne seguía con su gran preocupación que era el flequillo y los coloretes.Ella era una persona un tanto nerviosilla, le encantaba la música, la ropa bonita y cara, las grandes discotecas, las juergas y como no, los chicos. En casi todo esto coincidíamos las tres pero sobre todo en lo último. Físicamente era delgada, con buena figura y un largo y negro pelo que le llegaba hasta la cintura, y en ese mismo instante estaba atusandoselo y preguntándole a Celeste que si era verdad que estaba bien maquillada. No había cambiado nada desde que la dejé. No es que sólo le preocupara ella misma, a Dafne le preocupaban muchas cosas y luchaba junto a nosotras dos por muchas de ellas. No, no era una persona superficial.

A su lado estaba Celeste. Ella era una persona muy perfeccionista y siempre salía a la calle con todo planeado, aunque solo fuera a comprar un chicle. Físicamente era semejante a Dafne, siempre las confundían y decían que eran hermanas. Lo que envidiaba más de Celeste era la seguridad que siempre tenía, nunca dudaba cuando iba a hacer algo y siempre se mantenía en sus trece, parecía que nunca perdía la calma.

El polo opuesto a ellas era yo. Según lo que decía la gente, de físico estaba bien y en verano me afloraban unas pequitas un tanto graciosas que hacían un buen juego con mi blanca piel y mi pelo rubio. Tenía algunas diferencias con mis amigas como mi aspecto, nunca me preocupó mucho, pero sí me preocupaba mi propia comodidad. También me diferenciaba de ellas en que, en contraste con Celeste, yo casi siempre estaba hecha un mar de dudas, pero nunca las transmitía a nadie lo que me daba un aspecto de chica segura de sí misma, como ella.

Mientras andábamos, las tres íbamos charlando y haciendo planes para la noche, la cual iban a pasar conmigo. En ese momento mi madre me llamó a lo lejos.

Cuando llegué donde estaba ella, me comentó que tenía que volver a la ciudad para recoger algunas cosas, que se irían un rato después de comer y que volverían al día siguiente. ¡Qué bien! Un día en el caserón a solas con mis amigas, por fin podría verlo bien y descubrir qué era lo que me atraía de él. Corriendo se lo anuncié a mis amigas, pero a ellas no les entusiasmó en aquel momento la idea de quedarse a dormir en aquella casa sin mis padres allí.

-¿Es que no has oído hablar nunca de la leyenda de esa casa? -comentó Celeste con gran misterio.

-¿Leyenda? No, no he oído ninguna, acabo de llegar, pero cuéntamela tú, me encantan las leyendas.

Entonces Celeste empezó a relatar la desaparición de dos componentes de una familia que había vivido con anterioridad en esa casa, pero que antes de desaparecer habían dicho que allí se escondía un extraño y misterioso mundo.

-¿Y tú te vas a creer eso? -pregunté con gran escepticismo por mi parte.

-Pues ellos juraron que era verdad.

-¿Y se puede saber dónde están esos dos individuos? -comenté con verdadera curiosidad.

-Nadie lo sabe, aunque alguna gente dice que volvieron a ese mundo y se quedaron para siempre, otros dicen que se los llevaron los del manicomio.

Dafne nos observaba a las dos con los ojos muy abiertos y con una expresión en la cara de gran curiosidad.

-¿Por qué no averiguamos nosotras dónde fueron a parar esas dos personas? ¿Hay algo que nos lo impida Celeste? -dijo con convicción Dafne.

-Bueno, la leyenda también dice que sólo los que creen en esa ciudad encontrarán la puerta de entrada y si por un casual uno que no cumpliera ese requisito lograra entrar, entonces esa persona no encontraría la puerta de salida.

-¿Ciudad? ¿No habías dicho mundo? -interrumpí yo.

-Esas personas dijeron algo sobre una ciudad sólo, no dieron más datos.

-Bueno, ya es la hora. Me vais a hacer un favor, recoged toda la información sobre la casa y sobre la leyenda, ¿vale?

Las dos dieron su aprobación, se fueron a comer a sus casas y a recoger ropa para los días que se iban a quedar conmigo. Mientras, yo entré en la casa para hacerle una ligera inspección antes que mi madre acabara de hacer la comida.

Capítulo 1: Nuestra llegada

Todavía no habíamos llegado a ese pueblecito donde nos teníamos que ir a vivir, según mis padres era tranquilo, con sus historias y sus extraños habitantes, pero al fin y al cabo un pueblecito tranquilo. Todavía no me había hecho a la idea de vivir en él, pero no me quedaba otra alternativa.

Aún recordaba a mis amigos de la ciudad, muchos de ellos ya se habían ido también de allí, incluyendo mis dos mejores amigas, Dafne y Celeste. Todavía cuando pienso en la cantidad de fechorías que habíamos hecho juntas no puedo evitar una leve sonrisa. Mi madre, mientras, se entretenía en observar el paisaje.

-Amandita, mira que pajarito ha salido volando por ahí- dijo con cara de sorpresa.

-Sí mamá, es precioso, muy bonito.

Cada vez que mi madre decía eso me entraban las siete cosas por dentro, como si yo nunca hubiera visto un pájaro...

Aún así esta vez no le hice mucho caso por la razón de mi inmersión en mis recuerdos que todavía andaban por mi cabeza, mis amigos, el instituto, la pandilla, las fiestas que nos montábamos todos juntos, pensaba que me iba a volver loca si no los veía pronto.

Pasaron algunos minutos cuando por fin llegamos a nuestro destino.

A primera vista era normal, no era ni muy grande ni muy pequeño y en el centro más o menos destacaba, entre todo ese amasijo de casas, el campanario de la iglesia. Cuando estaba ojeando el paisaje del pueblo mi atención se centró en otra casa, no sabía por qué pero me parecía haberla visto antes.

La casa era grande y tenía un ligero color verdoso, color dado a causa de las innumerables enredaderas que la rodeaban. Estaba apartada de las demás y estaba rodeada por todos los lados de plantas y árboles.

-¿Qué te pasa? ¿No te gusta aquella casa? -dijo mi madre con seriedad, extrañada, sobre todo, por la forma de mirar que yo tenía.

-¿Por qué lo dices?

-No, sólo es porque esa es la cassa que ha alquilado papá, pero si no te gusta nos...

-¡En absoluto! -le interrumpí- Esa casa me encanta.

Ya habíamos llegado ante la casa. yo empecé a mirar los alrededores, pero algo me decía que ya había visto antes esa casa. Era imposible pero ya había estado en ese lugar, aunque mi madre me dijera que yo nunca había salido de la ciudad. Después de preguntar otra vez a mi madre, me dispuse a entrar en la casa, pero mi madre me paró.

-Antes de entrar tengo que darte una sorpresa.

-¿Sorpresa? ¿Pero no me habías dicho que no he estado en esta casa nunca?

-Y es verdad, ni tú ni nadie de esta familia había estado antes en este lugar. La sorpresa es de otra clase.

Miré a mi madre con cara de asombro, ¿una sorpresa? Seguro que era algún "vecinito majete", sí, eso fue lo primero que se me vino a la cabeza, un "vecinito majete" como ella los llamaba, pero ¿es que no podía esperarse? Lo que yo deseaba en ese momento era entrar en la casa y descubrir qué era lo que me atraía y no lo que vivía al lado...

-Bueno te iba a presentar a tus vecinos -dijo mi madre- pero creo que no necesitan ninguna presentación, ¿me equivoco?

Después de decir esto mi madre tendió el brazo hacia uno de los numerosos setos que rodeaban el ancho jardín, de estos setos salieron dos chicas más o menos de mi edad, pero he aquí mi sorpresa cuando me fijé bien en ellas, ellas eran... ¡Dafne y Celeste! Me quedé totalmente asombrada, pero antes de un segundo nos tiramos la una encima de la otra, dándonos besos y abrazos.

Previsión de objetivos

Me direis que soy una pesada, que yo sigo sigo pero no paro pero me he decidido a poner mi primer "libro".
Os cuento la historia:
Los profesores de mi instituto eran algo innovadores en la materia de aprendizaje y sobre todo en Lenguaje. Ellos tenían la creencia de que si tenían que inculcarme los conocimientos sobre qué es la narrativa, la prosa, la poesía, el teatro... no les valía que me estudiara la vida y milagros de García Lorca, ni que me supiera cuántas novelas escribión Pío Baroja. Su creencia, y desde entonces la mía, era que si tenía que saber qué era la narrativa en prosa, darme las herramientas y conocimientos básicos para hacerlo y finalmente escribir un libro. Si tenía que saber qué era la poesía, enseñarme los distintos tipos y escribir poesía, al igual que el teatro, pero ahí nos lo hicieron representar.
Gracias a mis profesores y sus innovaciones creció en mí un gusanillo por la escritura, la poesía y las representaciones de teatro, que antes no sabía que tenía.

De esas clases nació este "libro" o intento de libro que intentaré no modificar de como está escrito en un principio. Quizás en un futuro lo retoque y le agregue cosas pero por ahora se queda tal y como está, como una historia que creó una chica de 16 años con muchos "pajaritos en la cabeza".

Besos y espero que os guste